PERIÓDICO: EL PUPITRE DEL PEQUEÑO CIENTÍFICO
El futuro holográfico promete una educación mucho más inteligible.
Con una idea original de Dennis Gabor en 1947, no fue hasta el año 1960 que se obtuvo el primer holograma mejor confeccionado. Han pasado 50 años desde entonces, pero el tan solo hecho de escuchar la
palabra “holograma”, pareciera trasladarnos directamente a alguna superpelícula de ficción. El termino holograma viene
de holos que quiere decir completo y grama que significa mensaje. Sin embargo; esto es ya una realidad, y los pioneros de
la tecnología científica compiten cada día por ser los primeros en dotar de
sentido a este nuevo recurso. Estudian como tratar de encajar esta pieza, amoldándola
y acomodándola dentro de los parámetros de los distintos campos de ocupación; que
van desde la seguridad y defensa nacional hasta el ocio, pasando por la medicina,
la arquitectura, ingeniería, marketing y como no (tampoco podía pasar desapercibido), en el ámbito de la educación.
De manufactura Estadounidense hacen, tal que así, su aparición: los
libros holográficos o libros electrónicos con seguimiento de voz. Su funcionamiento
es muy sencillo. Estas en casa, leyendo el libro, y a medida que se va avanzando en la lectura en voz alta se
despliega sobre la página las imágenes de la historia en relieve. Esto es posible gracias
una potente luz brillante y artificial que se genera en diferentes tonalidades de color y posición, cuya finalidad es una proyección
animada de la lectura; de manera que si por ejemplo leemos: la oveja emitió un largo válido, se nos configura una serie de
imágenes sobre lo dicho a tiempo real. Actualmente; la forma más parecida de observar
estos motivos se consigue a través de unas gafas especiales; sin
embargo se espera que en un par de años más adelante se pueda prescindir de este elemento y
salga a la venta lo que ahora se considera solo un prototipo. ¿Qué espectáculo le
espere al aprendizaje? no lo sabemos, pero está claro que este tipo de tecnología
tendrá mucho que decir en el futuro.